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Llegar a ser cristiano es el acontecimiento más increíble que ha ocurrido en toda tu vida.

Has encontrado paz con tu Creador. ¡Has encontrado vida eterna!  Ten la seguridad – Dios nunca te dejará ni te abandonará. Él te ha traído hasta aquí y Él terminará la obra maravillosa que ha iniciado en ti.  Dios conoce cada pensamiento, cada una de tus necesidades, cuidados y tus preocupaciones más profundas.

Ahora miremos algunas de esas posibles preocupaciones. Primero, la preocupación principal- ¿estás seguro de tu salvación? La Biblia dice “Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás”. (2 Pedro 1.10 – RV60), así que repasemos la siguiente “lista” para asegurarnos de que eres salvo verdaderamente:

  • ¿Estás consciente de que Dios se hizo carne en la persona de Jesucristo (1 Timoteo 3:16), y que murió por los pecados del mundo?
  • ¿Has venido al Salvador porque has pecado?
  • ¿Te has arrepentido y has puesto tu fe en Jesús?
  • ¿Estás convencido de que Jesús sufrió y murió en la Cruz, y que se levantó de nuevo al tercer día?

Dios nos absuelve de la Corte de la Justicia Eterna considerando que Jesucristo pagó nuestra fianza. Su terrible muerte es la que nos “justifica” (nos hace justos ante Dios). La resurrección de Jesucristo fue el sello de aprobación de Dios, del hecho de que Su sangre preciosa fue suficiente para pagar la multa por tu pecado.

Piénsalo de esta manera… Has violado la ley y tienes una multa de $50.000. Le dices al juez que estás verdaderamente dolido por tu crimen, pero él contesta, “así es, debes estarlo,  ¡has roto la ley! Ahora, ¿puedes pagar esta multa?” Él puede perdonarte solamente si la multa es pagada. Si algún otro paga tu multa; entonces, él puede dejarte ir, pero él debe tener “una razón” para poder liberarte.

La razón por la que necesitamos un substituto (un salvador) para que pague nuestra “multa” moral, es porque hemos roto la Ley de Dios.

Para ver cuánto hemos infringido esta Ley (los Diez Mandamientos), repasaremos algunos de ellos.

¿Alguna vez has dicho una mentira? ¿Has robado algo? ¿Has deseado sexualmente a otra persona que no sea tu cónyuge? Si contestaste “Sí” a estas preguntas, has admitido que eres un mentiroso, ladrón y adúltero de corazón, y ¡tienes que estar frente a Dios en el Día de Juicio!

Si has utilizado Su nombre en vano, entonces eres culpable de “blasfemia” – has substituido el nombre santo de Dios por una palabra de maldición. Quizás has odiado alguien, entonces la Biblia dice que eres un asesino (Mateo 5:22). Has violado la Ley santa de Dios y estás en un GRAN problema. En el Día del Juicio, serás hallado culpable y acabarás en el Infierno. Esa es la razón por la que necesitas del Salvador. El simple hecho de sentirte dolido por tus pecados, o confesarlos a Dios no te ayudará. Debes darle la espalda a tu pecado (arrepentirte) y tu fe debe estar solamente puesta en Jesús. Jesús es el único pago que vale para que Dios te dé misericordia. Si no estás seguro de tu salvación, haz del Salmo 51, tu propia oración.

Veamos algunos principios importantes que te pueden llevar a avanzar ahora que tienes seguridad de tu salvación…

Un bebé saludable tiene un apetito saludable.
Si realmente has “nacido” del Espíritu de Dios, tendrás un apetito saludable. La Biblia dice: “desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1 Pedro 2.2 – RV60). Aliméntate cada día sin fallar.

Job dijo, “Del mandamiento de sus labios nunca me separé; Guardé las palabras de su boca más que mi comida”. (Job 23.12). Entre más comes, más rápido creces, y te evitarás cualquier contusión. Acelera el proceso y evítate el dolor – haz un voto contigo mismo de leer la Palabra de Dios diariamente, sin falta: “No Biblia, no desayunar, no leer, no comer”. Sé como Job, y pon tu Biblia antes de tu estómago.
Si haces eso, Dios promete que serás como un árbol fuerte y sano que da fruto (lee el Salmo 1). Cada día, busca un lugar tranquilo y lava tu alma en la Palabra de Dios.

Habrá momentos en los que leerás por sus páginas con gran entusiasmo, y habrá otros en que te
parecerá seca y hasta aburrida. Pero la comida te hace bien sea que la disfrutes o no. Cuando niño, sin duda comiste postres con gran entusiasmo, pero quizá los vegetales no te emocionaban.
Si fuiste un niño normal, es probable que tuvieron que motivarte para que te los comieras. Luego, cuando eras mayor te enseñaron a disciplinarte para comer vegetales. La razón es porque físicamente te benefician, aunque en el momento, su sabor no te fuera placentero.

Cuando un joven me miró y me dijo “se me hace difícil creer algunas cosas en la Biblia“, sonreí y le pregunté “¿Cuál es tu nombre?”. Cuando respondió “Pablo”, le dije “No te creo“. Entonces, me miró perplejo. Le repetí “¿Cuál es tu nombre?”. Nuevamente, el dijo “Pablo”, y nuevamente le respondí “No te creo”. Luego, le pregunté “¿Dónde vives?”. Luego de su respuesta, le dije “No creo eso, tampoco”. ¡Hubieras visto su reacción! Estaba enojado. Le dije “Te ves un poco enojado. ¿Sabes porqué?” Estás enojado porque no te creí lo que me dijiste. Si me dices que tu nombre es Pablo, y no te creo, significa que pienso que eres un mentiroso.

Estás tratando de engañarme al decirme que tu nombre es Pablo, cuando no lo es.
Entonces, le dije que si él, siendo sencillamente un hombre, se sintió insultado por mi falta de fe en su
palabra, cuánto más el Dios Todopoderoso cuando niegas creer en Su Palabra. Al hacerlo, estás diciendo que Dios no es digno de confianza – que es un mentiroso y un engañador. La Biblia dice: “Aquel que no cree a Dios le ha hecho mentiroso” (1 Juan 5.10). También dice, “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo” (Hebreos 3:12).

Martín Lutero dijo «Qué mayor insulto… puede hacerse a Dios, que no creer Sus promesas».
He escuchado personas decir “Pero simplemente hallo difícil tener fe en Dios”, sin darse cuenta de las implicaciones de sus palabras. Estas son las mismas personas que creen a la predicción del clima, que creen a los periódicos y confían sus vidas a un piloto al que nunca antes han visto en un avión. Cada día ejercemos fe.
Confiamos en los frenos de nuestros autos. Confiamos en nuestros libros de historia, en nuestros libros médicos y en los elevadores. A pesar de eso, los elevadores pueden fallar. Los libros de historia pueden estar equivocados. Los aviones se pueden caer. ¡Cuánto más deberíamos confiar en las promesas seguras y verdaderas de Dios Todopoderoso! Él nunca nos dejará… si confiamos en Él.

He oído frecuentemente a cínicos decir “La Biblia está llena de errores”. Y  lo está. El primer error es
cuando el hombre rechazó a Dios. Y las Escrituras muestran al hombre y a la mujer cometiendo el mismo error una y otra vez. También está llena de lo que parecen contradicciones. Por ejemplo, las Escrituras nos dicen que “nada hay imposible para Dios” (Lucas 1.37). Esto nos dice que no hay nada que Dios Todopoderoso no pueda hacer. A pesar de eso, nos dice también que “es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6.18). ¡Entonces hay algo que Dios no puede hacer! Obviamente, hay un “error” en la Biblia.

La respuesta a este dilema lo encontramos en un humilde gusano: ¿Sabías que es imposible para mí comer gusanos, aunque lo he visto hacer? Una vez, vi a un hombre en la televisión que puso mantequilla en su pan y luego le hecho un frasco lleno de gusanos vivos, gordos y llenos de sangre. Cuidadosamente, tomó un cuchillo y un tenedor, cortó su merienda aún viva y la comió. Me hizo sentir náuseas… qué desagradable. El sólo pensar en masticar gusanos fríos y vivos es tan repulsivo, tan desagradable, que puedo decir que para mí es imposible comerlos, aunque he visto a alguien hacerlo.

Es tan repugnante, que puedo utilizar la fuerza de la palabra “imposible” para apoyar mi afirmación. La mentira, el engaño, el falso testimonio es tan repulsivo para Dios, tan desagradable, contra su carácter de Santidad, que las Escrituras usan la palabra “imposible” para apoyar su afirmación. El no
puede mentir, no podría y no lo hará. Esto significa que en un mundo en el que continuamente nos
defraudan, podemos contar con Sus promesas con confianza total. Son seguras, incuestionables, verdaderas, infalibles, confiables, firmes… un ancla para el alma.

En otras palabras, puedes creer en ellas, y por ello, puedes lanzarte con los ojos cerrados y sin reservas en Sus manos poderosas. Él nunca te decepcionará. ¿Lo crees?

Ocurrió a finales de diciembre de 1996. Una gran familia se reunió en Los Ángeles para festejar el
intercambio de los regalos de Navidad. Era una gran familia porque era el producto de dos matrimonios.

Habían tantos reunidos esa noche que cinco de los niños dormían en la cochera. Era una estructura en la que se mantenían calientes durante el frío de la noche con un calentador eléctrico junto a la puerta. Durante las horas tempranas de la madrugada, el calentador estalló en llamas, bloqueando la salida. En segundos, el cuarto se convirtió en un infierno ardiente. La llamada frenética al 911 reveló el terror del momento. Uno de los niños se podía escuchar gritando, “¡Me estoy quemando!”. El padre desesperado entró en las llamas para intentar salvar a uno de sus amados hijos. Sufrió quemaduras en 50% de su cuerpo.
Trágicamente, todos los cinco niños murieron quemados. Murieron porque las barras de metal en las ventanas de la cochera impidieron su escape. Había sólo una puerta y fue obstruida por las llamas.

Has regresado en el tiempo. Son minutos antes que el calentador estalle en llamas. Caminas a través
de la oscuridad mirando el dormir tranquilo y lleno de paz de los pequeños. Sabes que en cualquier momento el cuarto va a convertirse en un infierno y quemará horriblemente la piel de los niños. ¿Podrías salir de ahí caminando tranquilamente con una conciencia limpia? ¡No! ¡Debes despertarlos y advertirles que huyan de la trampa mortal!

El mundo duerme tranquilamente en la oscuridad de la ignorancia. Hay una sola Puerta por la que
pueden escapar de la muerte. Las barras de metal del pecado impiden su salvación y al mismo tiempo atraen las llamas de la Justicia Eterna. ¡Qué espantosa cosa será el Día del Juicio! Las llamas de la ira de Dios Todopoderoso quemarán por toda la eternidad. La Iglesia ha sido confiada con la tarea de despertar al mundo antes de que sea demasiado tarde.

No podemos dar la espalda y caminar en otra dirección tranquilamente. Piensa en cómo el padre corrió dentro de las llamas. Su amor no conoció límites. Nuestra devoción por la tarea suprema, que Dios nos ha dado, está en directa proporción a nuestro amor por los perdidos. Hay sólo unos pocos que corren entregándose a las llamas para advertir a otros que huyan (Lucas 10:2).
Por favor, sé uno de ellos. Realmente, no tenemos opción. El apóstol Pablo dijo, «¡ay de mí si no anunciare el evangelio!» (1 Corintios 9.16). El «príncipe de los predicadores», Charles Spurgeon, dijo estas palabras: «¿No tienes el deseo de que otros se salven? Entonces tú mismo no eres salvo. Puedes estar seguro de esto.»

Un cristiano no puede ser apático acerca de la salvación del mundo, porque el amor de Dios en él lo
motivará a ir a buscar y salvar a los que están perdidos.

Probablemente tengas un tiempo limitado luego de tu conversión para impactar a tus amigos y
familiares aún no salvos con el evangelio. Después del “shock” inicial por tu conversión, es posible que te etiqueten y te metan en una cajita con un lacito rojo y te mantengan a distancia. Por esto, es importante que aproveches el corto tiempo con el que cuentas, mientras aún te puedan escuchar.

Aquí tienes un consejo que te ahorrará mucho dolor. Como un nuevo cristiano, un amigo hizo un daño
irreparable al actuar como un toro salvaje en una exposición de vajillas. Atropelló a su mamá, a su papá y a muchos de sus amigos diciéndoles que hicieran una «decisión para Cristo». Él fue sincero, apasionado, amoroso, gentil y estúpido. No entendió que la salvación no viene al hace una «decisión», sino a través del arrepentimiento, y el arrepentimiento es algo dado por Dios (2 Timoteo 2.25). La Biblia enseña que ninguno puede venir al Hijo a menos que Dios lo «traiga». Si eres capaz de obtener una decisión pero no tienen convicción de pecado, es casi seguro que terminarás con un aborto en tus manos.

En su «pasión sin conocimiento» realmente alejó a aquellos mismos a los cuales quería desesperadamente alcanzar. No hay nada más importante que la salvación de tus seres amados y no querrás echar todo a perder. Si lo haces, descubrirás que no tendrás una segunda oportunidad. Ora fervientemente por ellos, agradeciéndole a Dios por la salvación de ellos. Permite que ellos vean tu fe. Permite que sientan tu bondad, tu amor genuino y amabilidad. Cómprales regalos sin ninguna razón. Haz tareas en su casa que no te han pedido. Ve la milla extra. Colócate en su lugar. Tú sabes que has hallado vida eterna. ¡La muerte ha perdido su aguijón! Tu gozo es inexplicable – pero en cuanto a ellos respecta, has tenido tu celebro lavado.

Haz venido a formar parte de una secta extraña. Entonces, tus acciones de amor hablarán más alto que diez mil sermones.
Es por esta razón que deberías evitar una confrontación verbal hasta que tengas el conocimiento que
guíe tu celo. Ora por sabiduría y para ser sensible al tiempo de Dios. Quizá sólo tengas un disparo, así que haz que cuente. Mantén la calma. Si no lo haces, quizá te lamentes de por vida. Créeme, es mejor escuchar a un amigo cercano decir «Cuéntame de tu fe en Jesucristo» que escucharlo decir «Siéntate aquí, quiero hablarte…».

Es importante que comprendamos que deberíamos compartir nuestra fe con otros siempre que podamos. La Biblia dice que solo hay dos momentos en que debemos hacerlo – “a tiempo y fuera de tiempo”  (2 Timoteo 4.2). El apóstol Pablo rogó por oración para su propia testificación personal. El dijo, “…y por mí, a fin  de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar”. (Efesios 6.19-20).

Recuerda que tienes la suprema responsabilidad de hablarle a los seres queridos de otros. Muchas
veces, cuando abres tu boca para compartir el Evangelio, puedes ser la respuesta a la oración ferviente de otro cristiano. Quizá ha clamado a Dios que use a un testigo fiel para que hable a su amada madre o padre, y tú eres la respuesta a esa oración. Tú eres el testigo fiel y verdadero que Dios quiere usar.
Nunca pierdas de vista el mundo y sus sufrimientos. Mantén el destino de los perdidos ante tus ojos.
Muchos de nosotros nos acomodamos en las bancas de un templo y nos volvemos introvertidos.

Nuestro mundo se convierte en un monasterio sin paredes. Nuestros amigos se limitan a solo aquellos dentro de la Iglesia, cuando Jesús fue el “amigo de pecadores”. Entonces, haz tiempo para ser un amigo por la causa de su salvación. Recuerda que cada persona que muere en sus pecados tiene una cita con el Juez del Universo.

El Infierno abre de par en par sus terribles mandíbulas. No existe una tarea mayor que ser confiado con el Evangelio de Salvación – trabajar con Dios para el bienestar eterno de una humanidad en agonía.

Se ha dicho que Dios siempre contesta la oración. En ocasiones, dice “Sí”. Otras veces, dice “No”. Y a
veces, dice “Espera un minuto” y un día para el Señor es como mil años para nosotros (2 Pedro 3.8). Eso significa que una espera de diez años para nosotros es 14 minutos y 24 segundos para Dios; entonces, pide en fe, pero descansa con paciencia lleno de paz.

Las encuestas dicen que más del 90% de los Estadounidenses oran diariamente. No hay duda de que
la gente ora por salud, dinero, felicidad, etc. También, oran cuando la abuelita se enferma, y cuando la
abuelita no se mejora (o muere), muchos se desilusionan y otros se amargan. Esto es porque no comprenden lo que la Biblia dice acerca de la oración. La Palabra enseña que el pecado evitará que Dios escuche nuestra oración (Salmo 66.18). También enseña, entre otras cosas, que si oramos con duda, no recibiremos una respuesta (Santiago 1:6-7).
Mira cómo serás escuchado…

  1. Ora con fe (Hebreos 11:6).
  2. Ora con manos limpias y corazón puro (Salmos 24:3-4).
  3. Ora con todo tu corazón, no repeticiones vanas (Mateo 6:7).
  4. Asegúrate de que estás orando al Dios revelado en las Sagradas Escrituras(Éxodo 20:3-6).

¿Cómo “oras con fe”? Si alguien te dice “Eres un hombre de gran fe en Dios”, pueden pensar que te están dando un halago, pero no lo están haciendo. El halago es para Dios. Por ejemplo, si yo te dijera “soy un hombre que tiene gran fe en mi doctor”, sería realmente un halago para mi doctor. Si tengo una gran fe en él , significa que creo en él como un hombre de integridad, un hombre de gran habilidad – que es confiable. Doy “gloria” a ese hombre a través de mi confianza en él.

La Biblia dice que Abraham “tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gl oria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido” (Romanos 4:20-21).
Abraham era un hombre de gran fe en Dios. Recuerda, eso no es un halago para Abraham. El simplemente captó lo mínimo de la habilidad increíble de Dios, su integridad perfecta y su maravillosa fidelidad, para guardar cada promesa que hace. Su fe dio gloria a un Dios fiel. En lo que a Dios concierna, si perteneces a Jesús, eres una persona muy importante. Puedes venir confiadamente al trono de la Gracia (Hebreos 4.16).
Tienes acceso al Rey porque eres un hijo o hija del Rey.

Tienes acceso al Rey porque eres el hijo o hija de un rey, ¿Cuando eras un niño, tuviste que rogar para
que tu papá o mamá suplieran tus necesidades? Espero que no. Cuando ores, no digas “Oh, Dios, espero que suplas mis necesidades”. En vez de esto di, “Padre, gracias porque cumples cada promesa que haces. Tu Palabra dice que suplirás mis necesidades de acuerdo a tus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Filipenses 4.19).
Por esto, te doy gracias porque lo harás para mi familia. Todo esto te lo pido en el nombre precioso de Jesús. Amén”.

Un gran misionero llamado Hudson Taylor dijo “El poder de la oración nunca ha sido probado en toda
su capacidad. Si quieres ver el poder divino en lugar de debilidad, derrota y decepción, respondamos al
llamado de Dios: ‘clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y maravillosas que tú no
conoces”’ (Jeremías 3:33).

¿Cómo puedo tener manos limpias y un corazón puro? Simplemente, al confesar tus pecados a Dios, a
través de Jesucristo. Su sangre limpia todo pecado (1 Juan 1.7-9). Cuando los confiesas a Dios a través de Jesús, Dios no solo perdonará cada pecado, Él promete que los olvidará (Hebreos 8:12). Entonces, Él te justificará, con base en el sacrificio del Salvador. Esto significa que te verá como si nunca hubieses pecado. Él te hará puro ante Sus ojos – sin pecado. El incluso limpiará tu conciencia de manera que no tengas más esa sensación de culpa de haber pecado. Esto es ser “justificado por fe”. Por eso necesitas limpiarte a ti mismo en la Escritura – leer las cartas a las iglesias y ver las cosas maravillosas que Dios ha hecho por nosotros en la Cruz del Calvario.
Si no te preocupas por leer el testamento, no tendrás idea de lo que te ha sido heredado.

¿Cómo dices “oraciones genuinas y sinceras del corazón”? Simplemente, al mantenerte en el amor de
Dios. Si el amor de Dios está en ti, nunca orarás oraciones hipócritas o egoístas. De hecho, no podrás orar de manera egoísta si tienes un corazón de amor. Cuando tu vida de oración es agradable a Dios, la Biblia dice que Él te recompensará en público (Mateo 6.6).

¿Cómo saber que estás orando al “Dios revelado en la Escritura”? Estudia la Palabra. No aceptes la
imagen del dios que presenta el mundo, aunque sea atractivo a la mente natural: una figura paterna y
amorosa sin sentido alguno de justicia ni verdad que es agradable a los pecadores culpables. Mira a los
relámpagos y truenos en el Monte Sinaí (Éxodo 20). Contempla a Jesús en la cruz del Calvario – colgado en agonía inexpresable por la justicia de un Dios Santo. Estos pensamientos tienden a desvanecer toda idolatría.

Al convertirte en cristiano entraste en el centro de una batalla de los viejos tiempos. Tienes un enemigo de tres partes – el mundo, el diablo y la carne. Antes de convertirte en cristiano, ibas flotando en un río junto con los demás peces muertos. Pero ahora, Dios ha puesto su vida en ti y te hallas nadando contra una corriente de tres partes. Vamos a mirar a estos tres enemigos que te resisten.

Primero, el mundo. Cuando la Biblia habla del “mundo” en este contexto, se refiere al sistema
pecaminoso y rebelde de este mundo. Este es el mundo que ama la oscuridad y odia la luz (Juan 3.20), es gobernado por el “dios de este mundo” (2 Corintios 4.4), el “príncipe del aire”. La Biblia dice que el cristiano ha escapado de la corrupción que está en este mundo a través de la lujuria. La lujuria es un deseo contra la Ley y es la sangre de la vida de este mundo. Sea ésta la lujuria por el pecado sexual, por dinero o por cosas materiales. La lujuria es un monstruo que nunca te satisfacerá, así que no lo alimentes. Crecerá y crecerá tanto, su peso será tan grande sobre ti, que te llevará a la muerte. Mira Santiago 1.15.

No hay nada malo con el sexo, el poder, el dinero o las cosas materiales, pero cuando estas cosas te
dominan ante la mirada de Dios, la Biblia lo llama “pasiones desordenadas” (Colosenses 3.5). Se nos dice “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”. (1 Juan 2.15, Santiago 4.4).

El Segundo enemigo es el diablo. Como hemos visto, él es conocido como el “dios de este mundo”. El
era tu padre espiritual antes de que te unieras a la familia de Dios (Juan 8.44, Efesios 2.2). Jesús dijo que el Diablo es un ladrón que vino a matar, robar y a destruir (Juan 10.10). La manera de vencerlo a él y a sus demonios, es asegurándote que estás vestido con la armadura espiritual de Dios, que está listada en Efesios 6.10-20. Familiarízate con ella. Duerme con ella. Nunca te la quites. Toma la espada de doble filo en tu mano de manera tal que nunca la sueltes. La razón para esto nos lleva al tercer enemigo.

El tercer enemigo es lo que la Biblia llama “la carne”. Esta es tu naturaleza pecaminosa. El sitio de la
batalla es tu mente. En tu mente serás atraído al mundo y a su pecado. La mente es el panel de control de tus ojos y de los oídos. Es el centro de tus apetitos. Todo pecado inicia en el “corazón” (Proverbios 4.23, Mateo 15.19).

Pensamos antes de pecar. La Biblia nos advierte que la lujuria produce pecado, y cuando el pecado
es concebido, produce muerte. Cada día que tenemos vida, tenemos una decisión: pecar o no pecar – esa es la cuestión. La respuesta a la cuestión del pecado es el temor a Dios. Si no temes a Dios, pecarás para delicia de tu corazón pecaminoso.

¿Sabías que Dios mata personas? El mató a un hombre porque no le gusto lo que hizo sexualmente (Génesis 38.10). El mató a un esposo y esposa porque dijeron una sola mentira (Hechos 5.1-11). El conocimiento de la bondad de Dios, sus juicios justos ante la maldad, deberían poner el temor de Dios en nosotros, y ayudarnos a no complacernos en el pecado.

Si sabemos que la mirada del Señor está en todo lugar contemplando lo malo y lo bueno, y de que El
traerá a cuentas cada obra en el juicio, viviremos de acuerdo a ello. Tales pensamientos son valiosos, porque “con el temor del Señor los hombres se apartan del mal” (Proverbios 16.6).
Jesús dijo “A ustedes, mis amigos, les digo que no teman a los que matan el cuerpo pero después no pueden hacer más. Les voy a enseñar más bien a quién deben temer: teman al que, después de dar muerte, tiene poder para echarlos al infierno. Sí, les aseguro que a él deben temerle” (Lucas 12.4 -5).

Ora acerca de la iglesia en la cual debes congregarte. Asegúrate de que el sitio que vayas a llamar
iglesia llama al pecado por lo que es: pecado. ¿Creen ellos las promesas de Dios? ¿Son amorosos? ¿El pastor trata a su esposa con respeto? ¿Es un hombre de la Palabra? ¿Tiene un corazón humilde y un espíritu amable?

Escucha su enseñanza con cuidado. Debe glorificar a Dios, magnificar a Jesús y edificar a los oyentes. Una evidencia de que eres verdaderamente salvo es que tendrás amor por otros cristianos (1 Juan 3:14). Querrás compartir con ellos. El viejo dicho de que “las aves de la misma especie vuelan juntas” es cierto para los cristianos.

Nos reunimos juntos para partir el pan (comunión), para la enseñanza de la Palabra y para compartir.
Compartes las mismas motivaciones, inclinaciones, tentaciones, aspiraciones – estamos trabajando juntos por lo mismo, para el crecimiento del Reino de Dios en la tierra. Este es el por qué asistimos a la iglesia – no porque tienes que, sino porque lo quieres hacer.

No te conviertas en una “mariposa espiritual” que va de iglesia en iglesia. Echa raíces. Si te mueves de
iglesia en iglesia, ¿cómo sabrá tu pastor el tipo de comida que estás asimilando? La Biblia dice que tu pastor va a tener que darle cuentas a Aquel que te confió a él. (Hebreos 13:17), así que hazte conocido a tu pastor.
Ora por él regularmente. Ora por su esposa, por su familia y por los ancianos.

Ser pastor no es una tarea sencilla. La mayoría de las personas no se dan cuenta las numerosas horas
que toma el preparar un sermón fresco cada semana. Ellos no aprecian el tiempo invertido en oración y en el estudio de la Palabra. Si el pastor hace la misma broma dos veces, o si comparte algo que ya había compartido antes, recuerda, él es humano. Entonces, dale mucha gracia y doble honor. Nunca murmures de él. Si no te gusta algo que dijo, ora al respecto, luego déjalo en manos de Dios. Si eso no te satisface, abandona la iglesia, en vez de dividirla con murmuración y quejas.

Una vez, un mujer propagó un chisme acerca de un pastor local. Lo que supuestamente había hecho
vino a ser conocido a todo el pueblo. Luego, él comprobó que lo que oyó no era cierto. Orgullosamente, fue al pastor y le pidió que la perdonara. El pastor la perdonó, pero le pidió que tomara una almohada llena de pequeñas plumas en un rincón del pueblo, y al venir el viento, que sacara todas las plumas. Luego, le dijo que intentara recoger cada pluma. Él le explicó el daño que ella había hecho. Había destruido su buena reputación y tratar de reparar el daño era como tratar de reunir de nuevo todas las plumas en un fuerte viento.

La Biblia dice que hay vida y muerte en el poder de la lengua. Podemos matar o hacer que algo
tenga vida con nuestras palabras. Las Escrituras también revelan que Dios odia a aquellos que causan división entre los hermanos (Proverbios 6:16). Ora con el salmista «Pon guarda a mi boca, oh Jehová; guarda la puerta de mis labios.» (Salmos 141.3)
Recuerda el viejo dicho que dice «Aquel que te cuenta un chisme, hablará chismes de ti».

Para el cristiano, cada día debería ser Día de Acción de Gracias. Deberíamos ser agradecidos incluso
en medio de los problemas. El apóstol Pablo dijo “sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones” (2 Corintios 7:4). El sabía que Dios estaba haciendo todas las cosas para su bien, incluso cuando pasaba por pruebas (Romanos 8:28). Tendrás problemas en el camino. Dios personalmente te llevará a crecer como cristiano. Él va a permitir las tormentas, para que eches raíces profundas en la tierra de su Palabra.  Oremos más en medio de los problemas. Es cierto lo que se ha dicho, “mirarás más allá en tus rodillas que sobre la puntas de tus pies.”

Un hombre una vez vio una mariposa luchando para salir de su capullo. En un esfuerzo por ayudarla, éltomó su cuchilla y cuidadosamente cortó el borde del capullo. La mariposa escapó de su problema… e inmediatamente murió. El que la mariposa luche es el plan de Dios. Es esa lucha la que hace que su corazón lata fuerte y envíe sangre a sus alas.

Las tribulaciones tienen su propósito. Nos hacen luchar – nos llevan a estar de rodillas. Son el capullo en que frecuentemente nos encontramos. Es allí donde la sangre de la vida de la fe en Dios nos ayuda a
fortalecer nuestras alas. La fe y el agradecimiento son amigos cercanos. Si tú tienes fe en Dios, estarás
agradecido porque Su mano fiel está sobre ti, incluso cuando estés en un foso de leones. Eso te dará una sensación profunda de gozo, y el gozo es el barómetro de la profundidad de tu fe en Dios.

Permíteme darte un ejemplo. Imagina que te digo que te voy a dar un millón de dólares si me envías
un correo electrónico. Por supuesto, no creerías que yo fuese hacer tal cosa. Pero imagínate que sí y que sabes de 1,000 personas que han enviado el correo electrónico y cada una ha recibido su millón de dólares – sin compromiso alguno. Aún más. Me has llamado y personalmente te he asegurado que mantendré mi  palabra. ¿Me creerías? ¿No tendrías gozo? Si no me creyeras, ¿habría gozo? La cantidad de gozo que tendrías es el barómetro de cuánto creíste en mi promesa.

Tenemos mucho por lo cual estar agradecidos. Dios nos ha dado promesas asombrosas y preciosas que son “deseables más que el oro”. Hazte un gran favor: cree en dichas promesas, agradécele a Dios
continuamente y permite que tu gozo sea completo.

Un viejo granjero una vez lo visitó su pariente impío. Luego de que el granjero inclinó su cabeza y
agradeció a Dios por la comida, el pariente rudo dijo “¿Por qué haces eso? No hay ningún Dios. Vivimos en una era de iluminación”. El viejo granjero sonrió y dijo “Hay uno en la granja que no agradece a Dios antes de comer”. El pariente se puso de pie y dijo “¿Quién es el iluminado?”, a lo que el granjero silenciosamente respondió “mi cerdo”.

La Biblia dice «Arrepiéntanse y sean bautizados cada uno de ustedes, en la nombre de Jesucristo para
la remisión de pecados…» (Hechos 2:38). No hay duda acerca de si debemos ser bautizados. Las preguntas son ¿cómo, cuándo y por quién? Está claro también en la Escritura que los que fueron bautizados fueron sumergidos completamente en agua.

Ésta es la razón porqué: «Y Juan también estaba bautizando en Aenon, cerca de Salim, porque había mucha agua allí…» (Juan 3:23). Si Juan estaba simplemente rociando a los creyentes, él sólo habría necesitado un vaso de agua.

El carcelero filipense y su familia fueron bautizados a media noche, tan pronto como creyeron.
Entonces, ¿Qué estás esperando? ¿Quién debería bautizarte? Es claro en la Escritura que otros creyentes tuvieron el privilegio, pero consulta con tu pastor, puede ser que tenga el honor de bautizarte.

Nota: El bautismo no te salva, es tu expresión pública de que te arrepientes de tu pecado y de que has puesto tu fe en Jesús. Al sumergirte por completo en el agua, estás declarando que mueres a tu viejo hombre y has nacido de nuevo. Te bautizas porque Jesús, tu nuevo Señor, lo demanda.

Una vez se dijo que la billetera es la “última frontera”- es decir, que es la última cosa que las personas
rinden a Dios. Pero debería ser lo primero junto con nuestro corazón rendido. Jesús habló mucho acerca del dinero. El dijo que no podíamos servir a Dios y a las riquezas (Mateo 6:24). En árabe, la palabra usada en este verso es «mammón» que significa «aquello en lo que se confía». En otras palabras, el dinero no es nuestra fuente de gozo, nuestro sentimiento de seguridad ni le suplidor de nuestras necesidades – Dios lo es.
Cuando das, asegúrate de dar con un corazón alegre. Nuestra ofrenda debería ser sistemática y con
propósito, en la iglesia en la cual nos congregamos (mira 2 Corintios 9:7). Debe ser en respuesta a una
necesidad (Hechos 11: 27-29). Debe ser un sacrificio (Gálatas 2:10) y debe hacerse en secreto, con un
corazón humilde (mira Mateo 6:1-4). Además, es una clave para tener para el fruto espiritual (Lucas 16:10-11).

Si conoces al Señor, nada hará flaquear tu fe. Es cierto que un hombre con una experiencia no estará
en la misericordia de un hombre con un argumento. Mira el ejemplo de un niño pequeño que está mirando una estufa. Su padre le advierte que está caliente. El niño dice “bien. Creo que está caliente. En ese momento, él tiene una creencia intelectual de que la estufa está caliente. Cuando su padre se va, él dice “me pregunto si realmente está caliente…” Entonces, él extiende su pequeña mano y toca con sus dedos.

En el instante en que su piel se quema, deja de creer que la estufa está caliente. ¡El ahora sabe que
está caliente! Ha pasado del perímetro de la fe al ámbito de la experiencia.
Entonces, entra un experto en estufas y le dice “Niño, tengo un doctorado en el estudio del calor.
Definitivamente, esa estufa no está caliente. Te lo puedo probar”. El niño probablemente diría “don experto, no me importa cuántos doctorados tienes, yo sé que la estufa está caliente – ¡ya la toqué! No tengo una creencia, tengo una experiencia. Adiós”.

Si has tocado el medidor de calor del amor y el perdón de Dios, si el Espíritu Santo ha dado testimonio
de que eres un hijo de Dios (Romanos 8:16) y si has recibido el Evangelio “en poder en el Espíritu Santo y en plena certidumbre” (1 Tesalonicenses 1:5), nunca serás confundido por un escéptico.
Cuando alguien te diga que sólo debes creer en Dios para ser salvo, que debes adorar en cierto día,
que debes ser bautizado por un anciano miembro de tu iglesia, no entres en pánico. Sólo regresa al Manual de Instrucciones. La Biblia tiene todas las respuestas, y al buscarlas, las encontrarás y crecerás.

Si te sientes intimidado por los ateos – si piensas que son «intelectuales» lee el libro, Dios No Cree En los Ateos. Te mostrará que son todo lo contrario. También te enseñará cómo puedes probar la existencia de Dios y cómo probar que los ateos no existen.
Finalmente, la manera de evitar lesiones y dolor en el deporte, es manteniéndote en forma. Has

Finalmente, la manera de evitar lesiones y dolor en el deporte, es manteniéndote en forma. Has ejercicio. El apóstol Pablo se mantenía en forma a través del ejercicio. El dijo «Me ejercito a mí mismo, para tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres» (Hechos 24:16). Haz lo mismo.

Escucha la voz de tu conciencia. Es tu amiga, no tu enemiga. Recuerda las palabras de Salomón: «Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala» (Eclesiastés 12:13-14). Mantén el Día del Juicio ante tus ojos. En ese Día, estarás contento de haber cultivado una conciencia limpia.

Gracias por tomar el tiempo para leer esto. Espero que los principios expuestos te hayan sido de
ayuda, y que el conocimiento que has ganado, algún día se evite dolor.

Por Ray Comfort

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